12 de febrero de 2014

[Libros] Stoner – John Williams (1965-2003)

John Williams escribió Stoner en 1965, y entonces pasó prácticamente desapercibida. Su reedición a comienzos del siglo XXI supuso el redescubrimiento de lo que muchos críticos consideraron una obra maestra, obteniendo también elogios unánimes por parte de los lectores. Animado por todo esto, me dispuse a leer esta historia.
¿El resultado? Pues diré que es uno de esos libros que no terminan cuando lees su última página. Uno de esos libros que te rondan por la cabeza mucho tiempo después de haberlo terminado. Creo que eso define los buenos libros.

Sinopsis:
John Williams relata en este libro la vida de William Stoner, hijo de campesinos pobres que deciden, por consejo de terceros, enviarle a estudiar algo relacionado con la agricultura. Estando en la Universidad descubre, como si fuera un flechazo, la Literatura y decide dedicar sus estudios a ella. Se convierte en un buen profesor ilusionado con su trabajo. La mayoría de su tiempo transcurre durante la primera parte del siglo pasado, coincidiendo con las dos guerras mundiales y con la guerra de España.
“Se trata simplemente de una novela sobre un tipo que va a la universidad y se convierte en un maestro. Pero es una de las cosas más fascinantes que jamás he encontrado." - Tom Hanks, Times

Reseña: La vida de un buen hombre
Recién terminado de leerlo, me pregunto: ¿es realmente tan bueno como lo pintan? ¿Es realmente una obra maestra, o al menos un libro de gran calidad, un libro que merezca destacar por encima del resto? La verdad es que no lo sé. Mis sensaciones a lo largo del libro han ido variando, y lo cierto es que, si bien lo he terminado encantado, al principio me costó un poco conectar con el estilo del autor. Un buen final siempre predispone a olvidar lo anterior, a quedarse con el buen sabor de boca de esas últimas páginas y querer extenderlo al conjunto del libro, y eso no sería justo. Pero somos humanos, y es difícil ser objetivo en estas cosas.

En cualquier caso, cuanto más lo pienso más me convenzo de que sí, creo que Stoner es un buen libro. Y lo es tanto por su historia (sencilla, aparentemente muy sencilla, pero al mismo tiempo muy profunda como reflexión sobre la vida de las personas corrientes) como por su estilo; aunque es paradójico que destaque esto último cuando al principio fue quizás lo que más me alejaba del libro.

La razón es que Stoner está escrito como si te contaran un cuento. El narrador está ahí siempre presente, no difuminado en la historia, sino en primer plano, destacando por encima de todo. Alguien te está contando la vida de una persona, y lo sientes así. En mi opinión, sería un libro ideal para que un buen orador te lo leyera en voz alta, porque es así como está escrito. Y fue ese estilo narrativo justamente lo que me impidió conectar durante un tiempo con el contenido: esta técnica hacía que la historia me resultase algo lejana, algo fría. Aunque la lectura resultaba amena, este estilo me impedía “meterme” totalmente en el alma del libro. Puede que fuese algo totalmente personal y que a otros lectores no les ocurra, pero a mí este estilo me distanciaba un poco del texto. Sin embargo, pasado el primer tercio de páginas leídas, supongo que me acostumbré, y dejó de ser un inconveniente.

En paralelo con esto, lo cierto es que el estilo es en ocasiones hermoso, perfectamente descriptivo de los sentimientos de una persona en un momento dado, aunque al mismo tiempo desapasionado. El autor se centra en Stoner, el protagonista: sentimos a través de él, le entendemos, mientras que del resto de personajes sólo vemos sus actos. Vivimos la historia a través de Stoner, y llegamos a sentirnos estrechamente ligados a él. Desde cómo vive las situaciones, hasta cómo se queda unos minutos contemplando por la ventana el paisaje que se extiende hacia el horizonte; llegamos a “entrar” dentro de Stoner. Creo que éste es el mayor logro del autor.

¿Y la historia? Pues simplemente, la vida, la biografía de un hombre sencillo, honesto…. y bueno. Llena de sinsabores y pequeñas alegrías, un hombre de esos que intenta vivir su vida sin molestar a nadie…. y probablemente por ello sufriendo mucho más que quien pasa por la vida pisando a quien se le ponga por delante.

Stoner no triunfa en ningún sentido. Vista desde el exterior, su vida podría considerarse un completo fracaso. Pero, como él mismo reflexiona al final…. “¿qué esperabas?”. La última parte del libro es, en el fondo, una reflexión sobre el sentido de la vida. La verdad es que podría resultar triste, amargo, pero no transmite esta sensación, porque el protagonista siempre acepta su vida como le viene. Es lo que hay. E intenta vivirla de la mejor forma posible dentro de sus posibilidades, de sus principios y de sus limitaciones, aunque estas últimas sean en su mayor parte autoimpuestas, consecuencia de su personalidad. Firme en su ética y en sus convicciones, aunque a menudo sería más fácil hacer como los demás…

Stoner podría ser cualquiera. Alguien que pasa por la vida sin que nadie se dé cuenta. Una persona corriente, hasta anodina… pero un ser humano. Con su vida, sus alegrías y sus tristezas, sus anhelos y sus decepciones (de éstas, muchas). Un hombre honesto, y un hombre bueno, al que nadie recordará. Y que, sin embargo, nos enamora a todos cuando lo descubrimos en las páginas de un libro.

Nota personal: 8,5



(curioso, cuanto más pienso en el libro, cuantas más vueltas le doy en mi cabeza una vez terminado, más ganas me dan de subirle la “nota”. Es un libro para dejar reposar.)

Cita de hoy

Sólo quienes nos hemos ido sabemos cómo era nuestra ciudad y advertimos hasta qué punto ha cambiado: son los que se quedaron los que no la recuerdan, los que al verla día a día la han ido perdiendo y dejando que se desfigure, aunque piensen que son ellos los que se mantuvieron fieles, y nosotros, en cierta medida, los desertores.


Sefarad – Antonio Muñoz Molina

6 de febrero de 2014

[Libros] El fantasma de Harlot – Norman Mailer (1991)

Me acerqué a este libro por sus buenas críticas, y por descubrir a Mailer. Vale, ya lo he descubierto. A otra cosa.

Sinopsis:
El cadáver de Hugh Montague, antiguo oficial de la CIA, es descubierto flotando en un lago, con la cara destrozada. Harlot, tal era su nombre en clave, no trabajaba ya en la Agencia, pero aún continuaba investigando lo que él llamaba «los Grandes Santones». Su desaparición abre ahora un interrogante: ¿Se ha suicidado, ha sido asesinado o es sólo un montaje para poder desaparecer de la vida pública? Harry Hubbard, ahijado de Harlot, casado con su ex esposa, sabe que también su vida está en peligro. Decide huir. Durante un año, escondido en un hotelucho de Nueva York, escribe sus memorias.
En esta novela, Norman Mailer descubrirá no sólo una historia apasionante sino, también, la posibilidad de conocer el funcionamiento interno de la CIA; su formación, sus métodos, sus objetivos.

Opinión personal: Interesante, pero pesado
Acercarse a este libro ya impone: 1300 páginas en papel para alguien como yo, sin un interés especial por las novelas de espionaje, es como para pensárselo mucho antes de empezarlo.

Pese a todo, página a página, el libro ha caído, y supongo que haber llegado al final ya tiene su mérito. Por parte del libro, quiero decir: si no lo he abandonado a la mitad, supongo que ha sido por algo.

Y es que lo cierto es que mi opinión hacia este libro es algo ambivalente: me ha resultado largo y algo pesado, y sin embargo considero que es un libro interesante, y que hasta podría considerarse un buen libro (aunque esto depende mucho del punto de vista, claro; si buscas puro entretenimiento, te parecerá un tostón insufrible). No destaca por su estilo, su valor literario diría que es justito, pero en el fondo resulta interesante, a poco que uno tenga un espíritu curioso, sin necesidad de ser un amante de la historia geopolítica del siglo XX.

La razón de este interés es que, a pesar de tratarse de una obra de ficción, se trata en realidad de un recorrido novelado por la historia de la CIA durante la Guerra Fría, en las décadas de los 50 y 60. El autor se ha documentado profundamente para escribirlo, y se apoya continuamente en hechos reales, de modo que el texto nos permite ir conociendo muchos detalles curiosos tanto de la historia de nuestro siglo, como del funcionamiento de las grandes agencias de espionaje.

¿Dónde termina la realidad y comienza la ficción? No es fácil discernirlo, y aunque el propio autor desvela bastantes pistas al respecto en una nota final, como él mismo dice en realidad no importa: si los detalles concretos no ocurrieron exactamente así, lo cierto es que así es como podrían haber ocurrido. Lo importante es que “la filosofía” subyacente sea correcta. La verdad es que resulta creíble, y el autor confiesa que, tras todos sus años de documentación sobre el tema, cree haber llegado a comprender bien cómo funcionan estas organizaciones, y en base a ese supuesto conocimiento, ha escrito el texto. Nos hallamos, pues, ante una mezcla de hechos históricos, con un conjunto de personajes también históricos (reales) y unos cuantos personajes ficticios que “interactúan con la historia real” del modo en el que el autor considera que podría haber ocurrido.

El resultado es interesante, aunque pesado. Interesante porque uno descubre muchas cosas, algunas de ellas verdaderamente curiosas (incluso por lo absurdo, en ocasiones), pero pesado por el exceso de detalles, por el exceso de páginas, por el exceso de información superflua… y por la escasez de acción. Aunque esto último entiendo que es lo correcto: la verdadera actividad de inteligencia se muestra aquí como un 99% de rutina, papeleo y “cotilleos de viejas”, y sólo un 1% de acción.

En el libro, viajaremos con el protagonista al Berlín dividido y plagado de agentes rivales de los años 50. Un escenario donde la paranoia era la orden del día, donde uno no sabía si la persona con la que hablaba era un simple ciudadano corriente, un agente de la CIA, uno del KGB, o un agente doble; un contexto en el que nadie confía en nadie, donde incluso tu compañero de agencia puede estar en realidad a sueldo del enemigo. Y, lo más curioso, un contexto en el cual en realidad no pasa nada: donde se investigan chorradas, donde se derrochan medios y tiempo para “a lo loco” con la esperanza de obtener algo valioso, buscando una aguja en un pajar… En el fondo, uno descubre cómo se pierde gran parte del tiempo en verdaderas gilipolleces, y uno se pregunta para qué se invierten tantos millones de los contribuyentes para dar… prácticamente nada.

De ese Berlín paranoico nos trasladamos después a Uruguay, un país sin importancia, ajeno en apariencia a toda la primera fila de la política internacional, pero donde los agentes rusos y norteamericanos siguen moviéndose entre bambalinas dedicados a “sus cosas”. Aunque a veces sean tan absurdas como contratar a grupitos de revoltosos para hacer pintadas en las paredes o tirar bombas fétidas en las concentraciones promovidas por el contrario, para reventarlas. O a espiarse mutuamente aunque sólo sea para fastidiar al contrario, descubriendo sus amoríos y “chivándose” a sus mujeres…

De ahí seguimos a Florida, a los grupos de contrarrevolucionarios cubanos en Miami, y a todas las actividades de la CIA para intentar derrocar o asesinar a Castro. El desembarco de Bahía de Cochinos, y muchas otras acciones de sabotaje poco conocidas llevadas a cabo por la agencia norteamericana en territorio cubano, junto con los múltiples intentos (en ocasiones estrambóticos) de asesinar a Fidel Castro, van desfilando a través de unas páginas que, en esta parte, se me han hecho algo más espesas que el resto. A pesar de ello, hay notas de interés, especialmente viniendo de un autor norteamericano, por la autocrítica: se insinúa cómo fue en buena medida la propia actitud de los Estados Unidos la que echó a los cubanos en brazos de los rusos; o cómo una gran parte de los exiliados eran en realidad mafias y poderosos empresarios, con más interés en derrocar a Castro para recuperar sus intereses económicos, que por verdadero afán democrático, a la vez que se reconoce la gran mejora que experimentó el pueblo llano tras el derrocamiento de Batista. Por no hablar de la falsa publicidad de “balseros que huyen de Cuba” y que en realidad en muchos casos habían partido de la propia costa de Florida…

La rivalidad con el FBI de J. Edgar Hoover, el odio de los dirigentes de la agencia hacia el presidente Kennedy, el sabotaje de la CIA a los intentos pacificadores de la Casa Blanca, los amoríos del presidente y su seguimiento por el FBI, Sinatra y sus relaciones con la mafia, la crisis de los misiles y, finalmente el asesinato de Kennedy, van desfilando poco a poco por la segunda mitad del libro hasta llegar a su final. Casi todo ello contado de forma epistolar, a través de la correspondencia mantenida entre el protagonista y su amor platónico (casada con un alto cargo de la CIA). Es posible que esta técnica narrativa, con la que personalmente no termino de “conectar”, haya sido otra de las razones por las que el libro me ha resultado algo más pesado.

En resumen: un libro interesante para conocer los entresijos del funcionamiento de las agencias de inteligencia y de buena parte de los acontecimientos más notables de la época de la Guerra Fría. Pero por lo demás, un libro largo, muy largo, lento y escasamente ameno. No me arrepiento de haberlo leído, pero lo recomendaría con bastantes reservas. Interesante, pero pesado.

Nota personal: 6,5