28 de junio de 2013

Cita de hoy

Como hacía tiempo que no ponía citas, hoy traigo dos:

Para poner en contexto, la primera es la irónica y amarga reflexión de una ciudadana de un Beirut arrasado y caótico tras años de guerras:

Cuando los trenes circulan con puntualidad (cuando los trenes circulan, punto), cuando suena el tono de marcar nada más descolgar el auricular, ¿se vuelve la vida más predecible? ¿Se aburren los alemanes con tanta fiabilidad? ¿Explica eso La montaña mágica? ¿Es menos emocionante la vida si tus vecinos son razonables, si no bombardean tus centrales eléctricas cada vez que consideran que necesitas una advertencia? ¿Es menos apasionante la vida si no hacen temblar tus ventanas y tus nervios con ataques indiscriminados solo porque pueden hacerlo? Cuando la mayoría de las veces las cosas salen tal como esperabas, ¿tienes la impresión de que controlas más tu destino? ¿Te sientes más responsable de tu vida? Si así es, ¿por qué los norteamericanos siempre se comportan como si fueran víctimas?

La mujer de papel - Rabih Alameddine


Y ahora una muy cortita, pero que me hizo gracia y al mismo tiempo es una magnífica descripción de la situación:

Yo me quedé quieto, congelado, sin pestañear, sin atreverme a respirar siquiera, como si sus palabras acabaran de convertirme en una piedra muy satisfecha de serlo.

Estaciones de paso - Almudena Grandes

26 de junio de 2013

[Libros] 22, Britannia Road - Amanda Hodgkinson (2011)

Empecé este libro animado por las buenas críticas que había leído por ahí, y porque también la sinopsis, aunque breve, resultaba atrayente. Pero su lectura me ha decepcionado un poco.

Sinopsis:
Silvana y Januscz se reencuentran en Londres tras seis años de obligada separación a causa de la Segunda Guerra Mundial. Por fin retomarán su vida junto a su hijo Aurek, aunque sea lejos de su Polonia natal. Pero lo que debería ser un reencuentro feliz toma un giro sorprendente. Ya nada es como antes. La guerra los ha convertido en dos extraños con secretos.

Crítica: Una buena historia que no ha terminado de llegarme
Este libro cuenta una buena historia. La de una pareja de polacos que, al poco de casados y con un hijo recién nacido, se ven obligados a separarse por el arranque de la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia por los alemanes. Januscz, el marido, parte al frente mientras su mujer decide marcharse de Varsovia a un lugar más tranquilo. Las vicisitudes de la guerra les harán pasar diferentes vicisitudes a ambos, pero el resultado es que los dos permanecerán separados, y sin saber lo que ha sido del otro, hasta el final de la guerra.

Seis años después, ambos se reencuentran y comienzan una nueva vida en Inglaterra. Pero los años y las vivencias de cada uno les han convertido en dos extraños. Madre e hijo están estrechamente unidos, y el hijo rechaza al padre. Januscz se esfuerza por intentar reinventar una familia, por montar una hermosa casa, por ganarse el afecto de su hijo y la confianza de su mujer… pero no sólo tiene que luchar contra la lejanía provocada por los años de ausencia, sino también contra el recuerdo de otro amor que tuvo durante los años de guerra. Silvana, entre tanto, guarda también secretos y traumas, resultado de haber vivido durante seis años oculta en los bosques de Polonia, casi como un animal. La vuelta a la normalidad no resulta fácil.

Como decía, la historia a priori es interesante. Y lo cierto es que no está mal contada: el relato transcurre en el presente, en su nueva vida en Inglaterra, pero se van intercalando capítulos que nos van revelando la historia de cada uno de ellos durante los seis años de conflicto bélico. Así, vamos descubriendo poco a poco los secretos y vivencias que tiene cada uno detrás, y vamos entendiendo un poco mejor las dificultades que se ven obligados a enfrentar para rehacer sus vidas. Por otra parte, el relato de sus aventuras y desventuras durante la guerra, añade algo de “acción” a lo que podría haber sido una novela mucho más intimista de haberse limitado a la parte de su vida en la postguerra.

Sí, es un relato humano y con interés… pero sin embargo, no ha terminado de llegarme, me ha resultado un poco frío, aunque parezca contradictorio tratándose de una historia en la que los sentimientos y las vivencias internas son la clave. El texto resultaba fácil de leer, pero no me emocionaba. También, una vez que empezaba a leerlo me resultaba fácil continuar, pero cuando lo dejaba, no tenía la “necesidad” de retomarlo; no me enganchaba.

El problema, creo, es una cierta falta de oficio por parte de su autora (novel, por otra parte), que no ha sabido imprimirle al texto la pizca de “chispa” que le falta para convertirse en un gran libro. La verdad, no sé muy bien qué es lo que hace que de dos textos igualmente bien escritos (bueno, éste no destaca por eso, pero tampoco por lo contrario) y con dos historias igualmente buenas, una te cautive y otra no. Pero el caso es que eso, sea lo que sea, le falta a este libro. O al menos así lo he sentido yo.

El resultado es que no puedo decir que el libro no me haya gustado, en absoluto, y además le reconozco cosas buenas, como una original y bien planteada historia. Pero me ha dejado bastante frío. Uno de esos libros que lees y se acabó, con una sensación de “ni fú ni fá”. Pero claro, esto es muy subjetivo, y teniendo en cuenta que tiene tan buenas críticas, a lo mejor es cosa mía…


Nota personal: 6,5

P.D.: Es curioso, pero he descubierto al buscar la portada para esta entrada, que en la original de la versión inglesa el abrigo de la madre es rojo, pero en la edición española se ha editado a azul...

20 de junio de 2013

[Libros... y más] Regular, gracias a dios – José Antonio Labordeta (2010)

Sinopsis:

En Regular, gracias a dios, José Antonio Labordeta recuerda su infancia durante la Guerra Civil, los años pasados en Teruel recién casado, su breve estancia parisina, sus vivencias como cantautor durante la Dictadura, la vida en Zaragoza y aquella experiencia maravillosa recorriendo España con una mochila al hombro. También reflexiona sin sentimentalismos sobre los días pasados y el cáncer que le ha postrado en esta etapa de su vida. Dejando de lado su actividad política –ya cubierta en su anterior libro, Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados–, Labordeta va hilvanando un retrato sentido y vital de los años pasados y sus amistades en un libro definitivo, escrito con una de sus hijas, y que aparece con motivo de su 75 cumpleaños.

Crítica: El adiós de un gran tipo
Este libro es una despedida. Una despedida de toda una vida, un repaso a los mejores recuerdos para intentar irse del mundo con un buen sabor de boca, y aprovechando al mismo tiempo para decir adiós a muchos amigos.

Cuando José Antonio Labordeta escribió este libro, sabía que le quedaba muy poco tiempo. Tenía un cáncer de próstata con metástasis, y sus condiciones físicas incluso le impedían ya salir de casa, a él, que se recorrió media España con su mochila a cuestas…

Pero no es un libro triste, aunque en alguna ocasión, al mencionar con amargura su sensación de impotencia ante esa degradación física que le hace sentirse un viejo inútil cercano a la tumba, se te pueda llegar a formar un pequeño nudo en la garganta. Pero no, es sólo un momento: el libro está lleno de buenos recuerdos y divertidas anécdotas, un repaso a toda la vida de este irrepetible personaje que fue Labordeta, desde su niñez en los años 30, hasta prácticamente su muerte, en septiembre de 2010 (el libro lo terminó pocos meses antes). Su infancia en la postguerra; su juventud como profesor; sus inicios en el mundo de la canción (donde siempre se consideró un aficionado) y en la resistencia al franquismo en la clandestinidad; la grabación para RTVE de su programa de viajes “Un país en la mochila”; sus experiencias como político atípico…. En fin, tantas y tantas vivencias de un gran tipo que nunca supo estarse quieto, y que siempre fue una persona comprometida y honesta, contado en un relato en el que se mezclan retazos de humor y de melancolía. Los recuerdos de una persona tremendamente vital, cuya vida ya toca a su fin.

Como imaginaréis, éste es un libro “pequeño”, de esos de los que uno no debe esperar grandes cosas, más allá de pasar un rato agradable con las memorias de un gran tipo, un tío campechano, majo y que caía bien a todo el mundo (bueno, casi; en alguna entrevista confesaba que Rajoy y Aznar ni siquiera le saludaban en el Congreso). En ese sentido, es un libro que recomiendo a aquellos a quienes Labordeta les caía bien… o a quienes, sin saber mucho de él, creen que un profesor de instituto metido a cantautor comprometido con la lucha por la libertad, y posterior tocapelotas de gran parte de los apoltronados del estamento político, podría caerle bien. Pero no sólo a ellos: también puede ser una lectura agradable para quien quiera tener una visión superficial pero muy cotidiana de lo que han sido los últimos 70 años de la historia de nuestro país; porque leer este libro es como escuchar las batallitas de un abuelete cachondo y casi diría que envidiable por su forma de encarar la vida. Es un libro agradable, ameno y cortito. Y muy humano.

Me caía bien Labordeta. Me cayó bien desde que le conocí, siendo un jovenzuelo, a finales de los 80 en un concierto en la Plaza Mayor de Madrid, en las fiestas de San Isidro (en la época en la que Tierno Galván las había sacado de la cutrez a la que poco a poco han ido volviendo), cuando su “Canto a la Libertad” seguía poniéndonos los pelos de punta incluso a los que no habíamos vivido la lucha contra el franquismo por ser unos críos entonces. Me seguía cayendo bien cuando le vi en televisión con su mochila, charlando con su acento maño y su tono campechano con tantos personajes curiosos a lo largo y ancho de la geografía española. Me cayó aún mejor cuando leí sus “Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados”, con su ácida crítica a toda la farsa y la caradura ocultas bajo la palabra “política”. Y, como no podía ser de otra forma, se ha corroborado mi simpatía hacia él tras leer este libro.

No es nada del otro mundo, está claro. Pero me ha gustado leerlo. No le conocí, pero es una de esas personas que parece que siempre te resultan cercanas, y con esa cercanía he leído sobre su vida en este libro. Si en base a eso os merece la pena leerlo o no… juzgad vosotros mismos.

Un pequeño homenaje:

Y, para terminar, permitidme dejar aquí unas pequeñas muestras de homenaje a un gran hombre, cantante, profesor, político y poeta:

Canto a la libertad. Su canción más mítica. Esa cuyo estribillo, incluso ya con una democracia asentada, muchos seguíamos entonando cogidos con los brazos en alto y a voz en grito; porque siempre habrá que seguir cantando a la libertad.

A la mierdaSu famosa reacción de hartazgo ante esa chusma de impresentables que una y otra vez le insultaban y se reían de él mientras utilizaba su turno en la tribuna del Congreso de los Diputados. (No se oye en el vídeo, pero los gritos eran de “cántanos algo”, “dónde te has dejado la mochila”, “cantautor de las narices”…) Con sus burlas, esa gentuza vociferante estaba insultando a los miles y miles de ciudadanos que Labordeta, elegido democráticamente en las urnas, representaba. Su reacción no sólo representó a esos miles: creo poder decir que en aquel momento Labordeta nos representaba a millones de españoles asqueados de tanta necedad y prepotencia.




Albada. Una muestra del eterno compromiso con su tierra. Aunque uno no sea aragonés, y aunque a priori no se sea un gran amante de los ritmos folclóricos, lo cierto es que esta canción estremece.


Banderas rotas. Labordeta nunca fue un gran cantante; él mismo se definía como aficionado, cantante de fin de semana. Pero sí era un gran poeta. La letra de esta canción es un buen ejemplo, y el vídeo, otro pequeño homenaje de tantos y tantos que sintieron su pérdida.



Meditaciones de Severino el Sordo. Humor rural, de mucho antes de “El Koala” y su corral... pero con una irónica crítica de fondo.



Panegírico en la prensa. Uno de los muchos que inundaron la prensa española a su muerte. En éste se hace también una reseña sobre este mismo libro del que hablábamos aquí.

18 de junio de 2013

[Libros] Mossad. La historia secreta – Gordon Thomas (1998)

Leí este libro después del buen sabor de boca que me dejó otro libro del autor que terminé recientemente, Las torturas mentales de la CIA. Tanto el interés de su contenido como el rigor con el que se trataba un tema tan complejo, me animaron a continuar con este libro sobre el Mossad. Y no me arrepiento en absoluto: aunque son muy diferentes, ambos me han resultado de lo más interesante.


Sinopsis:
Tras años de incertidumbre sobre la verdadera identidad del Mossad, y tras haberse divulgado distintas hipótesis sobre actividades, Gordon Thomas se ha acercado lo suficiente a esta entidad para, finalmente, definirla. Creado en 1951 para asegurar el futuro de un Israel asediado, el Mossad es una organización de inteligencia cuyos agentes fueron responsables de los hechos de espionaje, contraterrorismo y asesinato más audaces e impactantes jamás cometidos.
El periodista y escritor Gordon Thomas nos presenta en Mossad, la historia secreta una impactante historia en la cual nos habla del funcionamiento interno y la acción del que pasa por ser el mejor servicio secreto del mundo, el Mossad. A lo largo de sus páginas tendremos acceso a muchas de las acciones que este pequeño pero efectivo servicio secreto ha llevado a cabo para asegurar la pervivencia del estado de Israel. Con datos filtrados desde el propio Mossad, cientos de entrevistas de personas que de uno u otro modo se vieron inmersas en la espiral de violencia que lleva viviendo Oriente Medio desde hace muchos años así como una extensa bibliografía que ha manejado el autor, hacen de este libro uno de los más documentados para entender el funcionar y el accionar del servicio secreto israelí.

Crítica: Interesante, ameno y muy revelador
En este libro sobre el Mossad, Gordon Thomas mantiene el buen hacer que le descubrí con Las torturas mentales de la CIA: rigor, amenidad e interés. Thomas es un magnífico periodista que acude siempre a las fuentes originales para documentarse, sean éstas archivos desclasificados, hechos revelados públicamente por diferentes medios, o entrevistas con los principales protagonistas de su historia, incluyendo tanto antiguos agentes como directores o ex directores de las principales agencias de inteligencia mundiales.

Evidentemente, uno no va a descubrir en estos libros grandes secretos: lo que es verdaderamente secreto, sigue siéndolo; en el fondo, estos libros no hacen más que sacar a la luz pública lo que alguna vez se ha filtrado de una u otra forma y que, aunque ya se haya hecho público, en general no interesa recordar. Pero aunque sólo sea por exponer en su conjunto todas las piezas visibles de este complejo rompecabezas que es la actividad de inteligencia, eso ya sirve para tener una visión relativamente nítida y sorprendente de lo que se cuece en los entresijos de la política internacional. Seguro que estos libros no nos permiten ver la foto completa, está claro… pero los pequeños fragmentos recompuestos y sacados a la luz ya nos dejan hacernos una idea de lo que puede haber más allá. Y eso ya es mucho más de lo que la mayoría conocíamos antes de acercarnos a estos libros.

Dicho esto, lo cierto es que los dos libros que he leído de Thomas son bastante diferentes. No se trata sólo de que el de la CIA dedicase la mayor parte de su contenido a explicar el programa de investigación sobre el control mental mientras que éste realiza un recorrido por toda la historia de la inteligencia israelí, sino que sus diferencias son también la consecuencia de los grandes contrastes que existen entre la forma de operar de la CIA y del Mossad.

El Mossad se ha distinguido siempre por dos cosas: su gran eficacia, y su desprecio por “el qué dirán”. Al igual que ha sucedido a menudo en la política de Israel con sus vecinos árabes, la inteligencia israelí ha ejercido con éxito el ojo por ojo, asesinando a sangre fría a sus enemigos a lo largo y ancho del mundo. La forma de actuar del Mossad es en gran medida la típica que estamos acostumbrados a ver en las películas de espías: expertos agentes repartidos por el mundo que se toman la justicia por su mano, que ejecutan sin piedad en plena calle tanto a terroristas como a agentes rivales o simplemente a personas “peligrosas” para los intereses de Israel, o que roban los secretos más íntimamente guardados con maniobras a menudo asombrosas y espectaculares; comandos que asaltan aviones secuestrados, o que atacan barcos en alta mar matando a su tripulación y hundiéndolos para no dejar huellas... Esta forma de actuar tan explícita ha conseguido que muchas de las grandes actuaciones del instituto israelí salgan a la luz, dándole fama internacional: son acciones que se planean en secreto, pero que por su misma naturaleza se convierten en públicas a la hora de llevarlas a cabo. El secuestro y asesinato en plena calle de personas en otros países, o el robo de aviones de combate enemigos de última generación, por ejemplo, no son actividades que pasen desapercibidas. Pero como vemos a diario en las noticias, para Israel a menudo el fin justifica los medios, independientemente del concepto que se pueda tener de sus acciones en el exterior. Curiosamente, en el caso del Mossad, esta publicidad en principio negativa (al saltarse cualquier norma moral o de “corrección política” y al llevar a cabo acciones delictivas fuera de su territorio nacional) le ha valido, en el fondo, la admiración a nivel mundial.

Es precisamente la espectacularidad de gran parte de sus acciones más conocidas lo que le da un especial interés a este libro, ya que la historia de la agencia israelí se convierte casi en un relato de espías digno de Hollywood. A lo largo del texto se van sucediendo los detalles de acciones como el secuestro del nazi Adolf Ecihmann en Argentina para enviarlo secretamente a Israel; el asesinato en plena calle, a lo largo y ancho del mundo, de los terroristas autores de la matanza del equipo olímpico israelí en las olimpiadas de Munich; el robo de un Mig 21 y, años después, de un Mig 29 (en cada momento, uno de los aviones de combate insignia de la Unión Soviética); el robo en Francia de los planos del avión de combate Mirage III y su posterior copia en Israel; el envío en secreto a Entebbe (Uganda) de un comando para asaltar un avión israelí secuestrado, consiguiendo matar a los terroristas y liberar a los rehenes (con alguna baja civil, eso sí)… En fin, espectaculares acciones históricas bien conocidas por casi todo el mundo, pero que, al ser relatadas con todo detalle en este libro, lo convierten casi en una novela apasionante.

Por supuesto, hay mucho más que el relato de las operaciones más famosas del Mossad: el texto se adentra también en temas tan poco conocidos y tan escabrosos como la involucración del espionaje israelí en el escándalo Clinton-Lewinsky; o en el intento de asesinato de Juan Pablo II por Alí Agca; o la sustracción de material en los Estados Unidos para poner a punto el programa nuclear hebreo; o la despiadada guerra a muerte entre agencias de inteligencia rivales por tomar el control de Africa; o incluso la presencia de agentes del Mossad en el accidente en que murió la princesa Diana de Inglaterra, entre otros. También se revelan hechos poco conocidos y a menudo también bastante sorprendentes, como las actividades de inteligencia y de política internacional del Vaticano (y sus estrechas relaciones con la CIA), o la red de colaboradores de que dispone la inteligencia israelí en puntos clave a lo largo y ancho del mundo (simpatizantes judíos que, sin ser agentes, aportan información o realizan acciones a favor de los intereses de Israel). En fin, como creo que podréis intuir con esta breve muestra, se trata de un libro que abre mucho los ojos, y con el que no paras de llevarte sorpresas. Si además le sumas su alto grado de rigor y que está escrito de forma bastante amena, el resultado es que me ha parecido un libro de lo más interesante y recomendable.

Nota personal: 9

14 de junio de 2013

[Música... y más] Space Oddity

En 1969, como parte de su primer álbum, David Bowie editaba una maravillosa canción con un extraño título: Space Oddity (que podríamos traducir por “rareza espacial”). El tema estaba sin duda influído por el ambiente espacial de la década, que había comenzado con la puesta en órbita de Gagarin en 1961 y estaba a punto de culminar con la llegada de los norteamericanos a la Luna ese mismo año de 1969. En cuanto al título, estaba a su vez inspirado en el de la película que Stanley Kubrick había estrenado solamente un año antes: 2001, Space Oddissey; Space Oddity resultaba así un juego de palabras en inglés.

Sin embargo, para rareza espacial la que os traigo aquí hoy. No es nuevo: hace casi exactamente un mes que esta versión de la canción de Bowie fue hecha pública, pero la verdad es que, aunque había tenido noticia de su existencia y de la historia que tenía detrás, por unas causas u otras no había tenido ocasión de disfrutarla hasta ahora. Porque es una canción, y un vídeo, que realmente se disfruta. Pero antes, permitidme que os ponga un poco en antecedentes, si no conocéis lo que hay detrás de este vídeo:

La canción está grabada a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS), en órbita a 400 km sobre la superficie terrestre, y está interpretada por el astronauta canadiense Chris Hadfield, en aquel momento comandante de la tripulación a bordo de la estación. Tranquilos, no os asustéis y salgáis corriendo sin ver el vídeo: asombrosamente, su interpretación me gusta casi más que la del propio Bowie (aunque conocía lejanamente la canción, no soy especialmente fan de David Bowie, y he buscado la canción original para comparar; me ha sorprendido ver que me gusta más esta versión).
Presentar una canción grabada a bordo de un vehículo espacial y cantada por un astronauta ya es bastante rareza (digno del título de la canción), pero si sólo se tratase de eso, no estaría escribiendo esta entrada. La razón es que me ha gustado mucho. Y no sólo por la buena interpretación y las bonitas  imágenes (que también), sino por el mensaje.

Hadfield ha modificado ligeramente (muy ligeramente) la letra original para adaptarla más a su situación personal. La canción se hizo pública el último día de Hadfield en la estación, antes de partir para la Tierra a bordo de su Soyuz. Y la letra refleja justamente eso: el adiós al espacio… la última mirada a la Tierra y a las estrellas… una melancólica despedida de un entorno maravilloso y único al que sabe que ya nunca volverá.

Porque Hadfield sabía que no volvería al espacio. Tras dos misiones a bordo del transbordador espacial norteamericana, esta misión de larga duración (5 meses) como comandante de la estación espacial era el culmen de su carrera. Teniendo en cuenta, además, las reducidas oportunidades de vuelo de los astronautas de nacionalidad distinta a la rusa o norteamericana (socios mayoritarios del proyecto ISS, y por tanto principales componentes de las tripulaciones) y su edad (59 años), Hadfield era sin duda consciente de que no habría ya más oportunidades en el espacio para él. De hecho, se retiró del cuerpo de astronautas canadiense poco después de su regreso a la Tierra.

En fin, disculpad esta larga introducción, que sin embargo considero conveniente para disfrutar en plenitud el vídeo y la canción que os pongo a continuación. Existe una versión subtitulada en castellano en Youtube, pero no termina de convencerme la traducción. En cualquier caso, si queréis ver esa, la tenéis aquí. Yo he preferido traer aquí la versión sin subtitular, y dejaros abajo mi versión de la traducción.

Nada más; espero que disfrutéis esta preciosa canción, junto con las imágenes y la melancolía de su mensaje, tanto como yo.



Letra (traducción):

Control de tierra al comandante Tom,
Control de tierra al comandante Tom:
Cierre la escotilla de su Soyuz y póngase el casco.
Control de tierra al comandante Tom,
Cuenta atrás iniciada, motores en marcha.
Desacóplese de la estación, y que el amor de Dios le acompañe.

Aquí control de tierra llamando al comandante Tom:
Realmente has dado la talla,
Y la prensa quiere saber hasta qué camisas usas.
Pero ha llegado el momento de guiar la cápsula, si te atreves.
Aquí el comandante Tom a control de Tierra:
Me he marchado para siempre
Y estoy flotando de una forma bastante peculiar
Y las estrellas parecen muy diferentes hoy.

Y aquí estoy, sentado en una lata de hojalata
Muy por encima del mundo.
La Tierra es azul, y ya no queda más por hacer.

Aunque he volado cien mil millas, me siento muy en calma [o inmóvil]
Y más pronto que tarde sé que ha llegado el momento de partir
Un comandante vuelve de regreso a la Tierra, y sabe…

Control de Tierra al comandante Tom,
El momento se aproxima, no queda mucho.
¿Me escucha, comandante Tom?
¿Me escucha, comandante Tom?
¿Me escucha, comandante Tom?
¿Me escucha…?
Estoy aquí, flotando en mi lata de hojalata…
Una última mirada al mundo;
La Tierra es azul, y ya no queda más por hacer.


P.D.: Hadfield ha sido uno de los que más ha hecho en los últimos tiempos, durante su estancia en el espacio, por acercar la astronáutica, y la ciencia en general, al gran público. Ha grabado decenas de vídeos, tremendamente amenos, con experimentos en ingravidez o sobre cómo es la vida en el espacio. Si tenéis curiosidad, no tenéis más que buscar por su nombre (Chris Hadfield) en youtube. Merece la pena.

12 de junio de 2013

[Libros] Un árbol crece en Brooklyn – Betty Smith (1943)

Sinopsis:

El clásico norteamericano sobre la infancia y juventud de una hija de inmigrantes en el Brooklyn de la década de 1920.
Francie Nolan adora leer, y lo hace sentada en las escaleras de emergencia de su casa, a la sombra de un árbol. Esta es la entrañable historia de su vida y la de los Nolan en general, una familia pobre, de raíces irlandesas y austriacas, que llegó a América buscando prosperidad. Francie crece con un padre, dulce pero débil y demasiado pegado a la botella, de manera que el verdadero soporte de la familia es su madre, que trabaja limpiando las escaleras de la vecindad. Un coro de familiares y amigos rodea a la familia, pero queda claro desde el principio que son las mujeres Nolan las que de verdad pisan fuerte en la vida. Como aquel árbol que le da sombra mientras lee, y que crece en el cemento, la ingeniosa Francie lucha contra toda clase de obstáculos para sobrevivir y salir adelante. Una novela repleta de personajes vivos, que recrea la década de 1920 en Brooklyn y el sueño americano de miles de inmigrantes.

Crítica: Un entrañable clásico del siglo XX que merece la pena leerse

Entrañable es la palabra que mejor le va a este libro, desde mi punto de vista. Se trata de una visión agridulce de la vida en la primera década del siglo pasado, de la mano de una familia pobre en un Brooklyn repleto de inmigrantes europeos recién llegados a América en busca de una vida mejor.

Seguramente esta descripción os sonará a algo mil veces visto en películas, o incluso leído en otros libros. Efectivamente, es así: cuando empecé a leer esta novela, también me pareció estar leyendo otra vez la misma historia mil veces contada, mil veces vista en el cine o la televisión. Pero esta historia tiene algo especial: por un lado, podemos considerar a este libro el origen de todas esas historias mil veces vistas y oídas; el tremendo éxito de ventas –a nivel incluso internacional– de esta novela puso la semilla para que fueran apareciendo esas otras decenas de libros y películas que ahora hacen que éste nos parezca poco original. Sin embargo, el mérito de haber sido el primero (o el primero con éxito) no es lo único valorable de este libro, sino que tiene también el valor adicional de haber sido escrito por alguien que vivió aquellas experiencias de primera mano, en su propia piel. Porque esta novela tiene mucho, muchísimo, de autobiográfica.

La historia nos cuenta la vida de una familia, los Nolan, tomando como principal hilo conductor a su hija Francie. El relato comienza con Francie a los once años, pero pronto hace una retrospectiva para relatar los comienzos de su familia, desde el matrimonio de sus padres, para concluir el libro con una Francie que acaba de cumplir los diecisiete. Recorre, pues, toda la infancia y la adolescencia de la muchacha… una muchacha en la que es posible reconocer a la autora, Betty Smith.

Teóricamente la novela es ficción, pero la mayor parte de su contenido es autobiográfico, siendo difícil discernir dónde termina la realidad de la infancia de la autora y comienzan las historias inventadas específicamente para la novela. Su autora nunca quiso ser demasiado clara a este respecto, aunque existen muchas evidencias de que gran parte del libro es real: al igual que la protagonista de su novela, Betty Smith vivió en el barrio de Williamsburg, en Brooklyn, en una familia pobre con ingresos que a menudo no llegaban ni siquiera para comer. Sus padres se llamaban en la vida real igual que en la novela, Katie y Johnny; y aunque no he podido averiguar (en la breve pesquisa por internet que he realizado, por curiosidad) si realmente su padre fue alcohólico, sí sabemos que su madre trabajaba de fregona, igual que en la historia. En la novela, Francie sueña con ser escritora, y también los trabajos por los que, ya en la adolescencia, va pasando, coinciden por los ejecutados por la autora a esa misma edad; su evolución académica, y su posterior marcha a Ann Arbor (Michigan) coinciden también en la vida real y en el libro. En resumen: la novela es un claro reflejo de la infancia de su autora, aunque pueda haberla embellecido con algunas anécdotas y pequeñas historias fruto de su imaginación (o quizás extraídas de vivencias de otras personas a las que conoció). Ello no sólo le da al relato el valor adicional de saber que se basa en hechos reales, sino que esa realidad es algo que se nota, que se siente al leer el texto. Sus personajes, todos ellos, son tan reales que notas que allí hay algo más que pura ficción.

La historia de la novela debería ser una historia triste, porque la vida de sus protagonistas es muy dura. Sin embargo, no es así; resulta, como mucho, agridulce, y, sobre todo, entrañable. Su autora escribió este libro teniendo ya más de 40 años, y supongo que sus recuerdos se ven adornados con la nostalgia de la niñez perdida, y con el dulzor que el paso del tiempo imprime incluso a los recuerdos más duros. Como decía Serrat en una de sus canciones, con los años “los recuerdos son cada día más dulces; el olvido sólo se llevó la mitad”. Las malas experiencias tienden a diluirse en la memoria, mientras que las buenas permanecen más frescas. Eso se nota en esta historia: aunque se hable de personas que se matan a trabajar de la mañana a la noche por unos centavos, aunque se hable de pasar hambre y frío, estas situaciones se mencionan casi como de pasada, como si fueran simplemente parte del marco de la vida en la que les había tocado vivir; en cambio, el relato se explaya en las pequeñas anécdotas, en los pequeños momentos de alegría, de diversión, de felicidad… Es por ello que la defino como agridulce y entrañable.

Pero ante todo, creo que es un retrato muy vívido de la sociedad obrera de principios del siglo XX. Sí, vale, lo hemos visto en decenas de películas y no vamos a descubrir nada nuevo… pero ésta sabemos que es una historia real, que además se lee con agrado y provoca ternura. Creo que está claro que nadie debe esperar de todo esto una historia apasionante; el relato es pausado y tranquilo, aunque tenga pequeñas cargas de profundidad semiocultas bajo ese velo suavizante de los malos momentos con que las cubre su autora. El texto está repleto de cotidianeidad mezclada con sueños, con miseria, con esfuerzo, con esperanzas y con pequeñas alegrías; es, también, un libro de historia, que nos ofrece un vivaz retrato de la vida en las dos primeras décadas del siglo XX y de los cambios sociales y tecnológicos que poco a poco iban teniendo lugar; y, tomándolo todo en su conjunto, se trata de una historia bonita y conmovedora, que creo que merece la pena leerse.

Personalmente, no puedo decir que este libro me haya marcado en ningún sentido, pero me ha gustado. Aunque lo recomendaría especialmente para leer en la juventud, cuando aún no se haya saturado uno de tantas y tantas historias y películas derivadas que cuentan más o menos lo mismo.


Nota personal: 8

8 de junio de 2013

Cita de hoy

(La jefa, al empleado –negro– que hace la limpieza):

—Pero, ¿es que no ve toda esa mierda?
—Por veinte dólares a la semana, es natural que haya un poquito mierda. La mierda empieza a desaparecé cuando el salario llega a los cincuenta o los sesenta dólares.

La conjura de los necios - John Kennedy Toole

4 de junio de 2013

[Libros] Por quien doblan las campanas – Ernest Hemingway (1940)

Aunque confieso que me daba un poco de pereza, tenía curiosidad por leer a Hemingway. Sólo había leído suyo El viejo y el mar, pero hace muchísimos años, y ya ni me acuerdo. Creo recordar que me agradó, pero sin llegar a parecerme excelente, así que decidí probar con una de sus obras más renombradas, a ver qué tal. El resultado ha sido decepción.


Sinopsis:
Un clásico del escritor norteamericano, comprometido con la realidad española durante la Guerra Civil.
En los tupidos bosques de pinos de una región montañosa española, un grupo de milicianos se dispone a volar un puente esencial para la ofensiva republicana. La acción cortará las comunicaciones por carretera y evitará el contraataque de los sublevados. Robert Jordan, un joven voluntario de las Brigadas Internacionales, es el dinamitero experto que ha venido a España para volar dicho puente. Allí, en las montañas, descubrirá los peligros y la intensa camaradería de la guerra. Y descubrirá también a María, una joven rescatada por los milicianos de manos de las fuerzas sublevadas de Franco, de la cual se enamorará enseguida. Mientras atraviesan las montañas, Robert Jordan irá conociendo lo sucedido durante los primeros días de la sublevación hasta el momento en que se precipite la tragedia colectiva en que están inmersos.

Crítica: Un buen análisis de la guerra civil española… que me ha dejado frío.
No sé muy bien cómo valorar este libro. Supongo que, aunque no quiera, me dejo influir por su fama y por el hecho de que su autor sea tan renombrado; si no fuera por ello, seguro que sería más duro. Porque lo cierto es que me esperaba mucho más de este libro, y, aunque ni mucho menos puedo decir que sea malo, me ha parecido bastante flojo.

El libro narra la historia de un norteamericano enrolado en las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española. Robert Jordan, el protagonista, es un experto en explosivos y demoliciones al que le encomiendan la difícil misión de demoler un puente tras las líneas enemigas en el momento exacto en el que se desencadena una ofensiva republicana. Para ello deberá ganarse la confianza y el compromiso de los grupos de guerrilleros que operan de forma independiente e indisciplinada por las montañas de la sierra madrileña. Los cuatro días que van desde que Jordan contacta con los guerrilleros hasta que tenga lugar el inicio de la ofensiva forman el núcleo de la narración.

No cabe duda de que el texto tiene cosas positivas, y empezaré por estas. A pesar de transcurrir en un lapso de tiempo tan corto como cuatro días, a través de los hechos que nos cuenta y de las conversaciones que tienen lugar entre los distintos personajes, Hemingway nos ofrece un retrato muy veraz de lo que fue nuestra guerra civil: la desorganización y la indisciplina en las filas republicanas; la ausencia de verdaderos estrategas en el bando republicano unida a la ineptitud de gran parte de los altos mandos, militares de carrera, en el lado sublevado; las atrocidades cometidas por unos y por otros (para mí, el momento culmen del libro es la narración del brutal asesinato de los simpatizantes fascistas por parte de los guerrilleros republicanos tras la toma de un pueblo); el mejor equipamiento y formación militar del ejército rebelde; la estupidez y brutalidad de los grupos anarquistas; las luchas internas entre las distintas facciones en la República, y la falta de liderazgo del gobierno para establecer el orden; etc, etc, etc. Sin apartarse apenas del núcleo central (las vicisitudes del grupo de guerrilleros en la sierra de Guadarrama durante esos cuatro días), el autor consigue hacer una objetiva crónica de nuestro conflicto civil sin más que ofrecer unas breves pinceladas aquí y allá. En ese sentido, el mensaje lo veo muy logrado.

También como nota positiva del texto destaco la facilidad de su lectura, con un estilo sencillo y ágil, así como el mantenimiento de un buen ritmo en la historia, lo que hace que se lea con fluidez.

En la parte negativa, sin embargo, tengo también bastantes cosas que destacar. Por una parte, unas conversaciones y reflexiones en ocasiones un tanto infantiloides, quizás sobre todo en su forma, más que en su fondo. También la relación amorosa entre el protagonista y la chica rescatada por los guerrilleros resulta bastante infantil y demasiado azucarada y facilona. Y qué decir de los tópicos…

Parece lógico que un norteamericano que está de visita en España se deje llevar por aquellas cuestiones que le resultan más sorprendentes y llamativas, pero la importancia que se le da en el texto a una serie de topicazos de la España cañí resulta un poquito molesta. Gitanos, lecturas de mano y, sobre todo, toros y toreros por doquier. Sólo le han faltado el flamenco y las castañuelas (menos mal que al menos no ha caído en eso, y no ha pintado a los guerrilleros vestidos de faralaes y cantando y bailando alrededor de la hoguera en plena sierra madrileña). La verdad es que, aunque intente ser justo con Hemingway, creo que se ha pasado un poco: vale que en aquella época, hace ya nada menos que 80 años, probablemente el mundo del toreo impregnaba mucho más la cultura popular que hoy en día. Vale, me lo puedo creer. Pero que aparezcan los toros, de forma directa o metafórica casi en cada frase… que la gitana del grupo guerrillero haya estado casada con un torero… que otro de los guerrilleros sea un héroe de las capeas en su pueblo… que prácticamente todos conozcan a algún torero, que sean expertos en el “arte” de la lidia, y que el mundo del toro aparezca de una forma u otra cada pocas páginas, me parece realmente excesivo. Sí, puede que a Hemingway le pareciese que en España se vivía alrededor del mundo del toro, y a lo mejor hasta puede ser que en aquella época pudiera ser un poco así, al menos en apariencia… pero la verdad es que me ha parecido demasiado folclórico.

En cuanto al estilo, me ha resultado “facilón” pero sin sustancia. Se profundiza poco en los personajes, y la expresión de sus motivaciones y sentimientos me ha resultado fría, no he llegado “a creérmelos”. Personalmente me daba totalmente igual quién muriera o quién traicionase a quién. Como dije más arriba, salvo el relato de las atrocidades cometidas en el pueblo arrebatado a los fascistas, que sí me ha parecido bien narrado y capaz de llegar al lector, el resto me ha resultado muy frío y lejano. No me he implicado en la historia ni con sus protagonistas, y, aunque la he leído con agilidad y sin sentir aburrimiento (salvo puntualmente con alguna reflexión del protagonista), no lo he disfrutado, por ese distanciamiento que me producía su estilo.

Sinceramente, esperaba más de Hemingway, dada su fama. Llevado por la curiosidad, he buscado en internet artículos sobre su estilo, sobre lo que aportó a la literatura… y la conclusión que he sacado es que destaca justamente por lo que no me ha gustado, la “superficialidad” de su estilo.

Al parecer, tal como he interpretado de lo leído por ahí, en su momento el estilo de Hemingway fue rompedor justamente por esa sencillez, por la abundancia de conversaciones, por la escasa profundización en la historia, que, según “los entendidos”, “es algo que se deja al lector” (pós vale…). Según interpreto (ahora es cuando algún experto me llama sacrílego :-), Hemingway tuvo valor en su momento porque “inauguró” la narrativa popular moderna, lo que podríamos denominar, exagerando un poco, “el estilo best-seller”. Puede ser; es cierto que en ocasiones me parecía un estilo bastante "cinematográfico", aunque no sé decir si fue pionero en ello o no. Y además, supongo que me resulta difícil valorar un estilo así cuando hoy en día estás ya saturado de ello, cuando no te supone ninguna originalidad sino más bien al contrario… Pero en fin, el caso es que, leído hoy, este libro no me ha dicho casi nada: una novela que puede leerse y no aburre, pero tampoco entusiasma. Lo siento, pero así la veo.

Nota personal: 6,5

1 de junio de 2013

Cita de hoy

Por poner en contexto: el texto habla de un grupo de excombatientes republicanos que acaban de vencer a los nazis como parte del ejército francés en la Segunda Guerra Mundial. Me parece tremendamente emotivo:

Tardaron un segundo en empezar a aplaudir. Durante un segundo, ellos no pudieron hacer ni eso y yo tampoco pude tragarme las lágrimas, aunque Comprendes me abrazó tan a tiempo que pude frotar la cara contra una esquina de su camisa para limpiármelas. Después, lo que hicimos todos, yo el primero, fue lavarnos, afeitamos, cosernos los botones, cortamos el pelo. Sentir que la costra de la derrota se disolvía en el agua sucia, que la navaja desprendía de nuestras mejillas el cansancio humillado de las playas inhóspitas, que la aguja y el hilo volvían a coser nuestro honor, el honor de España, al parche tricolor de nuestros uniformes. En los cabellos muertos que el peluquero nos quitaba del cuello con una brocha, caía al suelo una desgracia vieja, una injusticia vieja, el viejo dolor de los desterrados que acaban de encontrar un camino para volver a casa.

Inés y la alegría - Almudena Grandes